Los descubrimientos geográficos de los navegantes, a fines del siglo XV, se plasmaron en una impresionante obra cartográfica que, cuando fue difundida a través de la imprenta, influyó directa-mente en el mejoramiento del arte de marear, de la técnica de navegar las estrellas y mediante el cálculo de latitudes y longitu-des, proyectar mapas sobre la base de sistemas de coordenadas.
En sus
inicios la cartografía referida al territorio americano estuvo signada por
múltiples anomalías, originadas en principio por imperfecciones técnicas, pero
también, por la abundancia de detalles fantasiosos, lugares míticos, animales
fabulosos, cuestio-nes que se fueron solucionando paulatinamente, en tanto y en
cuanto se difundían los avances científicos.
En la
propagación de los nuevos conocimientos fue funda-mental la labor de los
cartógrafos e impresores neerlandeses, centro mercantil y financiero de Europa
septentrional, que hacia fines del siglo XVI y XVII se convirtieron en el
principal centro cartográfico del continente.
En 1507, el nuevo continente fue denominado América por el editor alemán Martin Waldseemüller, nombre que fue ratificado y divulgado en las proyecciones de Gerard Mercator desde 1569; en 1570 se conoció la edición del primer atlas moderno de Abraham Ortelius; posteriormente las obras de eminentes cartógrafos, así como el grabado en madera y posteriormente en cobre, que redujeron los costos de confección y reproducción de mapas, originaron lo que se dio en llamar la edad de oro de la cartografía.
El día 20
de setiembre de 1519, soltaron amarras en el puerto de Sanlúcar de Barrameda
(Cádiz) las cinco naves (con unos 240 tripulantes) de la escuadra del marino
portugués Fernão de Magalhães, al
servicio del rey Carlos I de España, con la misión de encontrar un paso
interoceánico hacia el recientemente descu-bierto “mar del Sur” (así llamado
por Vasco Núñez de Balboa en 1513) a efectos de llegar por occidente hasta las
Molucas, las islas de las especias (pimienta, canela, clavo de olor, jengibre,
nuez moscada) y otros productos vegetales, artesanías y manufacturas, que se
comercializaban en el archipiélago indonesio.
El 31
marzo de 1520, navegando por las procelosas aguas del Atlántico sur, “donde los
vientos soplan con furor y las tempes-tades son muy frecuentes”, Fernando de
Magallanes ordenó echar anclas en una bahía que denominaron San Julián (en la
actual provincia de Santa Cruz, Argentina) por haberla descubierto el día que
el santoral católico conmemora a San Julián de Cesarea, donde decidió invernar
y esperar una estación más favorable para continuar su navegación.
A tal
efecto, ordenó construir cabañas en la orilla marítima y que se recortasen las
raciones alimenticias a fin de poder pasar el invierno, disposiciones que
originaron un notorio malestar entre los capitanes y las tripulaciones.
Los
expedicionarios pasaron en ese puerto natural cinco meses, según escribió
Pigafetta, durante los cuales Magallanes reprimió cruelmente el motín
encabezado por tres capitanes rebeldes.
El río
Santa Cruz, puerto natural, debe su nombre a Juan Serrano, capitán de la
Santiago que, al descubrirlo el 3 de mayo de 1520, tomó la decisión de
denominarlo así en conmemoración a la fiesta religiosa que se correspondía con
el santoral del día.
El 21 de
octubre del año 1520, día que el santoral católico dedica a recordar el
martirio de Santa Úrsula y sus compañeras, las once mil vírgenes (aunque parece
ser que fueron algunas menos) los vigías avistaron lo que parecía ser una ancha
y profunda bahía, sin embargo, enseguida que entraron en sus aguas, el almirante
envió dos navíos, el San Antonio y la Concepción, para inquirir sobre la
posible desembocadura de la misma, mientras las otras dos naves, el Trinidad y
la Victoria aguardaron fondeados en la boca de entrada.
Por la
noche los azotó una fuerte turbonada, la borrasca duró treinta y seis horas,
mientras tanto se vieron obligados a levar anclas, quedando a merced de las
olas y el viento, hasta que lograron dar fondo al abrigo de una cercana bahía
situada en la costa norte del estrecho (bahía Posesión).
Al mismo
tiempo, aquellos otros dos navíos, impelidos por el fuerte ventarrón y aun con el
peligro de encallar o zozobrar, de un momento a otro en ese laberíntico
atolladero de la naturaleza, debieron seguir adelante, pasando de una abertura
a otra, canal tras canal, hasta que, en aguas de una bahía más grande que las
precedentes, juzgaron conveniente retornar para informar debida-mente al
capitán general.
Pasados dos
días, vieron una lejana humareda en tierra, conjeturando que era de los sobrevivientes
de un posible naufra-gio producido por la fuerte tempestad antedicha, pero de
pronto los vieron singlar a toda vela, con los pabellones desplegados, disparando
las bombardas y con exclamaciones de júbilo avisaron que aquella angostura
tenía continuidad y acaso desembocadura.
Reunida
otra vez la flota, partieron las naves siguiendo ese mismo rumbo; por las
noches, mientras surcaban por el descono-cido estrecho, sobre la costa de
babor, observaron muchas huma-redas que se prolongaban a lo largo del
territorio.
Se ha
interpretado que dichas hogueras eran imperiosas señales de alarma, ante la
presencia de gente tan extraña y tan extraños armatostes, sobre todo, si se
tiene en cuenta que los nativos selk’nam,
mal llamados “onas”, no obstante ser habitantes contiguos al estrecho, también extendidos
por todo el interior de la isla, no eran navegantes.
Por el
Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile de 1984 se la reconoce, junto
con el cabo Espíritu Santo, al sur, en Tierra del Fuego, como la línea que
marca el término oriental del estrecho de Magallanes y límite bioceánico entre
el Atlántico y el Pacífico.
El cruce
de Magallanes se prolongó durante treinta y siete días, demorado por los
vientos adversos, la exploración de los senos de las aguas o el reconocimiento
de los cabos de la tierra, la ociosa espera del navío desertor o la búsqueda de
la subrepticia desembocadura.
Siguiendo
con el asunto principal, dícese que el joven cro-nista Antonio Pigafetta (c.1480–c.1534) quien fuera uno de los dieciocho
navegantes que sobrevivió al primer viaje de circunnave-gación al globo
terrestre, retornado al puerto de partida, Sanlúcar de Barrameda en 1522 a
bordo de la nao Victoria, en cierta oportunidad visitó en Valladolid la corte
de Carlos V, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y Rey de España como
Carlos I, desde 1516 a 1556, Nápoles, Sicilia y Cerdeña, duque de Borgoña,
soberano de los Países Bajos y archiduque de Austria.
En esa
ocasión, le habría narrado a su majestad que se veían humos en las tierras
situadas al sur del estrecho paso inter-oceánico, a lo que su alteza – según un
relato más antiguo que ve-rosímil – habría manifestado algo así como que, “si
había humos, en la tierra había fuegos”.
»
Carta universal en que se contiene todo lo que del mundo se ha descubierto
fasta agora. Hizola Diego Rivero, cosmographo de Su Magestad. Año de 1529.
» |
Diogo Ribeiro o Diego Ribero o Rivero de nación portugués, vino a establecerse en España, tomando carta de naturaleza hacia el año de 1519. Por Real cédula dada en Valladolid a 10 de junio de 1523 fue nombrado cosmógrafo de S. M. y maestro de hacer cartas, astrolabios y otros instrumentos de navegación, aguja de marear, cuadrante, ballestilla, reloj general diurno y nocturno, aparte de las cartas y esferas. En 1531, inventó una bomba de agua de bronce para extraer el agua que podía bombear agua diez veces más rápido que los modelos anteriores. Diogo Ribeiro murió en 1533.
Las cartas universales de Diego Ribero (siglo XVI) - Cesáreo Fernández Duro - Biblioteca Virtual Cervantes - https://www.cervantesvirtual.com/
Los pilotos mayores y cosmógrafos de
la Casa de la Contratación de Indias (Sevilla) elaboraron, en el siglo XVI, el
llamado Padrón Real, después Padrón General, es decir un mapa universal que
describía la totalidad del mundo conocido, informa-ción oficial y secreta sobre
las posesiones, costas y rutas de nave-gación del Imperio español.
Alonso de
Santa Cruz (1505-1567) fue cosmógrafo de la Casa de Contratación, autor de
numerosas obras de carácter mo-ral, didáctico, histórico y geográfico,
cartógrafo, traductor polemis-ta, participante en la fallida expedición a las
Molucas de Sebastián Gaboto y autor del Islario
general de todas las islas del mundo.
Las
expediciones precursoras que arribaron al río de la Plata tenían como objetivo
la búsqueda de un paso interoceánico que permitiera arribar a las Indias
Orientales, concretamente a las islas Molucas, la tierra de las especias en el
archipiélago de Indonesia, atravesando el océano Pacífico desde el Atlántico.
La armada
de Sebastián Gaboto, que soltó amarras con ese destino el 3 de abril de 1526
desde Sanlúcar de Barrameda, en el mes de junio, mientras hacía escala en el
puerto natural del Cabo de Santo Agostinho, en Pernambuco (Brasil) su capitán
general decidió modificar su derrotero a raíz de haber recibido informacio-nes
relativas a la presencia de grandes riquezas en metales pre-ciosos remontando
el “río da Prata”, como lo llamaban los portu-gueses, estuario al cual
arribaron en febrero del ’27.
Un
veinteañero Alonso de Santa Cruz se había embarcado como veedor de los
armadores, es decir, representante de los inversores, aquellas personas que
contribuían a dotar, uno o varios barcos con los recursos humanos y materiales
necesarios para hacer posible su utilización con fines de lucro. Seguramente
mucho habrá incidido la influencia paterna, el mayor de los aportantes en ese
emprendimiento, actividad en la que él mismo participó con varias decenas de
miles de maravedíes.
Las desavenencias internas, algunas exploraciones infruc-tuosas río arriba y el conflicto bélico con los indígenas, desem-bocaron en la destrucción de su principal asentamiento, levantado en la confluencia de los ríos Carcarañá y Paraná durante el año 1527 (el fuerte de Sancti Spiritus, abatido en 1528) también provocaron el retorno de los frustrados expedicionarios a las islas de la especiería, como a las sierras de los metales preciosos (Po-tosí) arribando a Sevilla el 28 de julio de 1530, dando lugar al posterior proceso judicial contra Gaboto por incumplimiento de los acuerdos celebrados y las pérdidas resultantes, después de estar en aquellas tierras “cinco años, con muchas guerras y hambres y demasiados trabajos” al decir de Santa Cruz.
Santa
Cruz se refiere a la relación que tuvo con Carlos V, en la primavera de 1537,
cuando estaba la corte en Valladolid:
«…todos los más días de estos siempre estuvo
el emperador malo de gota, y se regocijaba así viendo estas fiestas –torneos a
pie y a caballo– como en estar algunos ratos en preguntar ocupado y saber cosas
de Filosofía y de Astrología y de Cosmografía, de que su Majestad era muy
aficionado; todo lo cual quiso entender y saber de mí, Alonso de Santa Cruz, el
autor de esta crónica, como de su criado y medianamente leído en estas dichas
ciencias».
El Islario general
se supone compuesto a partir de la cuarta década del siglo XVI, alrededor de
1539 y se estima que todo el atlas se completó hacia 1560.
(1) Rosa
Pellicer: América en el Islario General de Alonso de Santa Cruz – Univ. de
Zaragoza – Edad de Oro XXIX – 2010.-
Como puede observarse, en ambas piezas cartográficas, el área insular no
tiene un nombre particular, las referencias a humos y fuegos aparecen como si
fueran accidentes geográficos del relieve costero. La imagen anterior del mismo
sector, girada y aumentada, permite una mejor demostración de lo expuesto.
Cabe preguntarse si el cartógrafo, en base a las informa-ciones que
obligatoriamente debían ofrecer los navegantes al regresar de sus respectivas
expediciones, no habrá querido mar-car precisamente esa diferencia, entre una
zona, en la que sólo eran notorios los humos y otra donde eran ostensibles los
fuegos.
De cualquier manera, parece ser que la dicotomía entre humos y fuegos
trascendió los límites de una mera y antigua fic-ción, fueron pautas
importantes en los mapas y cartas náuticas, vitales para la política exterior
del imperio español, particularmente en todo lo que se refería a la llamada
“carrera de Indias”.
Del
escrito citado se desprende que, para esa época, se dudaba incluso si esos
contornos, al sur del estrecho, formaban parte de un área insular o integraban
un continente imaginado al que denominaban en latín Terra Australis Incognita (Tierra austral desconocida) que se trazaba
alrededor del polo sur, pero con una superficie mucho mayor que llegaba hasta
la misma latitud de las regiones templadas.
En esta pieza cartográfica, debajo de Terra
Australis Incognita se lee, en caracteres latinos:
“En
español Tierra del Fuego”
y más arriba, sobre el estrecho, está dibujado el fuerte denominado "Rey Don Felipe", fundado por Sarmiento de Gamboa en 1584, donde murieron todos sus habitantes por falta de suministros, por eso el pirata inglés Cavendish, en 1587, lo mencionó como Puerto Hambre.
En el Theatrum Orbis Terrarum (Teatro del Globo Terrestre) ma-pamundi
de Abraham Ortelius, considerado el
primer atlas moderno, la obra más conocida del afamado geógrafo y cartógrafo
flamenco, se observa el topónimo Terra
del Fuego, pero formando parte de la desco-munal y supuesta Terra Australis Incognita.
La presencia holandesa en las aguas americanas fue una conse-cuencia de la guerra, suscitada en la segunda mitad del siglo XVI, entre los Países Bajos y
el reino de España, de cuya soberanía renegaban, buscando utilizar en su propio
beneficio la experiencia marítima adquirida al servicio del imperio hispánico y
participar en el reparto de las riquezas existentes en las tierras
descubiertas en el Nuevo Mundo y en el oriente lejano, iniciando de tal modo la
expansión marítimo-comercial que daría lugar a la formación del imperio
colonial neerlandés.
Uno de ellos es esta carta náutica en
posición invertida, esto es con el sur hacia la parte superior del mismo y en
la que el curso del canal no muestra su pronunciada orientación natural, sino que
se aprecia relativamente rectilíneo. La parte patagónica se señala como "Americæ Pars" y la parte insular
como Terraeæ del Fvogo Pars, tácitamente
incluida en las ideas geográficas de la época de un gran continente austral.
Primer mapa específico y completo del
estrecho, editado por Theodoro de Bry
en 1601, en Hamburgo, razón por la que hay topónimos en lengua germana y
términos latinos. (1)
(1) Mateo Martinic B: Cartografía derivada de los descubrimientos y exploraciones de los holandeses en la región magallánica – Punta Arenas (Chile) 1972 -http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/colecciones/BND/00/MP/MP0006542.pdf .---
(2) Real
Academia de la Historia - Departamento de Cartografía y Artes Gráficas –
Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico
Pieter van den Keere (en latín: Petrus Kaerius 1571 - c.1646) fue un grabador y editor flamenco que
trabajo en Londres y Amsterdam, junto con su cuñado Joost de Hondt, más conocido por su nombre latinizado, Jodocus Hondius, una figura notable de
la cartografía neerlandesa, famoso por sus primeros mapas del Nuevo Mundo. Autor
de cartas similares a la que aquí se muestra.
En este mapa se muestra la extremidad
patagónica y defini-da la isla Tierra del Fuego, con abundante información
toponímica, también se especifican la tierra de Mauricio, el estrecho de Le Maire, la isla de los Estados, las
islas Diego Ramírez y el cabo de Hoorn,
por la ciudad holandesa del mismo nombre (vulgarizado como Hornos) entre otros accidentes
geográficos, aunque éste se presenta como punta sur de la isla Grande, siendo
que es el remate de la isla homónima que integra un archipiélago distinto.
En la parte superior, dos cuadros referidos a los dramáticos sucesos que marcaron la estadía de cinco meses de la expedición del capitán Simón de Cordes: a la izquierda una vista de Ridders Bay, a la derecha, entrada al puerto natural de bahía Cordes y al fondo, la cruz sobre un cerro, homenaje a los 120 holande- ses muertos, por distintas causas, en ese primer paso de una flota holandesa por el estrecho de Magallanes.
En cuanto se refiere a la autoría de
esa interesante, atrac-tiva, rara y poco conocida pieza se especula que podría
ser obra de Jan Outghersz, el
mencionado piloto de la nave Het Geloof
(«La Fe») que formó parte de la flota de Jacob
Mahu y Simón de Cordes de 1598 y
además trazó “el primer mapa detallado del estrecho de Magallanes, pieza esta
fundamental en el ulterior desarrollo de la cartografía holandesa referida a la
Región Magallánica”.
Sin embargo, Martinic recurrió al Archivo General del Estado de La Haya (Países Bajos) informándose sobre la existencia de una pieza, al parecer de mayor tamaño, aunque del mismo nombre y grabada en cobre, en cuyo margen se lee que fue ejecutada y editada por Guiljelmus Blaeuw (es decir Willem Janszoon Blaeu [1571-1638] un importante grabador, cartógrafo, impresor y hom-bre de negocios de Ámsterdam) por lo que se decide a atribuir la autoría del mapa al editor aludido. (1) (2)
(1) Mateo Martinic B: Un
novedoso mapa impreso del siglo XVII referido al Estrecho de Magallanes – ANS.
INST. PAT. – Ser. Cs. Hs. (Chile) 1999.-
(2) Lucas Potenze: El nombre de Tierra del Fuego – Especial para El diario del Fin del Mundo – Ushuaia (Argentina) 11/03/22.-
La imagen anterior es un pequeño
fragmento del mapa del continente americano, contenido en el atlas mundial que
sus autores editaron en 1623.
Entre la innumerable cantidad de
topónimos que incluye, destacamos “Tierra del Fogo”, que aparece sólo como una
región de la mencionada Terra Australis
y dentro de las numerosas ilustraciones de navíos europeos, aves exóticas y
nativos, resalta-mos la de los aborígenes canoeros, que en realidad habitaban el
canal Beagle y zona archipielágica al sur de la Isla Grande. Obsérvese el
detalle de la pequeña lumbre en medio de la barca, que los yámana encendían para calentarse y que mantenían sobre una base de
arena, champas, etc.
Los europeos avistaron humos y fuegos
hasta en el agua, llevando sus conocimientos geográficos y observaciones
costum-bristas a los artífices y cartógrafos de la época, que los traducían en
estampas como la presente, cuyos autores fueron:
Jodocus
Hondius, es la versión latinizada de su nombre neerlandés Joost de Hondt, fue un artista flamenco,
grabador, cartógrafo, editor, fabricante de instrumentos y astrónomo. Cono-cido
por haber hecho algunos de los primeros mapas del Nuevo Mundo.
Gerard
Kremer, conocido por su nombre latinizado Gerardus Mercator, también llamado Mercator o Gerhard Mercator,
fue un geógrafo, matemático y cartógrafo flamenco, famoso por idear la llamada
proyección de Mercator, un sistema de
proyección cartográfica. Fue uno de los primeros en utilizar el término «atlas»
para designar una colección de mapas.
Hendrik Hondius, miembro de una familia de grabadores y editores, por parte de padre, Jodocus Hondius, y de su madre Colette van den Keere. A la muerte de su progenitor en 1612 se hizo cargo del taller, junto a su madre y su hermano Jodocus II.
En el extremo de la parte continental, al norte, se puede ob-servar la mítica, pero tradicional leyenda alusiva a la región de los gigantescos patagones (Patagonum Regio) y a la vez, hacia el sur, casi imperceptible entre el dibujo del relieve “Tierra del Fvogo”.
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https://www.raremaps.com/gallery/detail/71023
El
estrecho fue la puerta de entrada al Pacífico durante los siglos XVII y XVIII y
este mapa la base para muchos otros de Tierra del Fuego, no obstante, su forma
extraña, insólita si se quiere, consecuencia de los informes poco consistentes
de la expedición de Jacob Le Maire y Willem Schouten (1615 a 1617) que fue la
primera en rodear el Cabo de Hornos en su circunnavegación de 1616. Esos y otros
navegantes, como este y otros cartógrafos, pensaron que el cabo de Hoorn (Hornos) era una lengua de tierra,
una extensión hacia el mar de esa isla grande de fuegos y humos.
El
Estrecho de Le Maire proporcionó una
nueva vía marítima hacia el Pacífico, evitando el inestable Estrecho de
Magallanes, su singladura demostró que Tierra del Fuego era una isla y no parte
integrante de un enorme e incógnito continente austral. El nuevo paso
interoceánico alertó al reino español, cuyos puertos sobre el Pacífico,
vulnerables al saqueo del corsario inglés Francis
Drake, estaban nuevamente en riesgo.
Este mapa se basó en las últimas
expediciones, incluso la de los hermanos Bartolomé y Gonzalo García de Nodal y
su cosmógrafo Diego Ramírez de Arellano (1618-1619) patrocinada por el rey
Felipe III de España y por eso causó un fuerte impacto en las representaciones
del Cabo de Hornos durante más de un siglo después de su elaboración,
integrando las colecciones de mapas referidos al territorio americano.
“Willem Janszoon Blaeu (1571-1638) fue un destacado geógrafo y editor de los Países Bajos. Nacido como hijo de un comerciante de arenques, Blaeu no eligió el pescado sino las matemáticas y la astronomía. Estudió con el famoso astrónomo danés Tycho Brahe, con quien perfeccionó sus habilidades para fabricar instrumentos y globos terráqueos. Blaeu se instaló en Ámsterdam, donde trabajó como hidrógrafo de la Compañía Ho-landesa de las Indias Orientales, vendió instrumentos y globos terráqueos, publicó mapas y en 1635, publicó su atlas, Theatrum Orbis Terrarum, sive, Atlas novus”. (1)
https://www.raremaps.com/gallery/detail/71023 .-
Si en el Atlántico norte las flotas, carabelas y galeones españoles, debieron sortear los embates de las gigantescas olas producidas por las turbonadas antillanas, también se vieron precisadas a eludir las acometidas de piratas, filibusteros, corsarios o bucaneros y, aunque aquellas naves pudieron, en general, neutralizar la piratería franco-anglo-holandesa, no por ello dejaron de sufrir ingentes pérdidas, tanto por el abordaje de sus naves como por los ataques a puertos y ciudades de las costas del Pacífico.
Por hacer referencia sólo a los que
navegaron los estrechos, islas y acantilados australes, en las travesías
realizadas por ambos mares durante el siglo XVI, debe mencionarse a Francis y John Drake, Thomas Cavendish,
Edward Fenton, John Chidley, Andrew Merrik, Jacob Mahu, Simon Cordes, Sebald de
Weert, Olivier van Noort, Dirck Gherritsz, John Davies, Richard o William Hawkins y durante el siglo XVII
a Joris Van Spilbergen, Jacobo Le Maire,
William Shouten, Enrique Browner, John Narborougth, Natiel Pecket, Bartolomé
Sharp, John Cooke, John Eaton y John
Strong. (2)