“Con impulsión continua muchos pueblos germánicos corrían de la
Escandinavia
a Cartago y de Irlanda a Constantinopla”. [1]
En la actualidad, relacionamos este vocablo con palabras, frases, imágenes o diseños que sirven para distinguir un producto o servicio y que son de exclusiva utilización por parte de la persona física o jurídica que ha realizado la inscripción de aquellas expresiones en los registros del organismo competente.
Obviamente nos estamos refiriendo a la llamada “marca de fábrica” o “marca registrada” (en inglés trademark) de vital importancia en las actividades industriales, comerciales y de prestación de servicios.
En otros ámbitos, como el rural, y tal como preceptuado por el DRAE, es toda “señal hecha en una persona, animal o cosa, para distinguirla de otra, o denotar calidad o pertenencia”. [2]
Pero aún cuando, desde los más remotos tiempos de la humanidad, existieron la posesión y los intercambios de manufacturas, animales o cosas, además del tráfico de personas, no es ese el origen del término que nos ocupa.
Según la Real Academia proviene del bajo latín marca (es decir del latín tardío, hablado y escrito a partir del siglo II, durante la decadencia del Imperio Romano y el posterior transcurso de la Edad Media) y esta expresión se considera originada, a su vez, en una de las lenguas germánicas, marka, del alto alemán antiguo, período precoz de esa lengua (mark en el grupo de los países nórdicos o escandinavos) donde tenía el sentido de “territorio fronterizo”. [3]
Ocurre que con la declinación romana, distintos pueblos periféricos fueron ocupando la Galia, entre ellos los francos, que hablaban una de las modalidades propias de los pueblos germánicos, derivadas todas de la familia de lenguas indoeuropeas, aunque pronto adoptaron el latín vulgar, usado por los moradores ya arraigados.
Paulatinamente, con el correr de los siglos, el lenguaje en ese territorio se fue transformando en lenguas diferentes del germánico o del latín y, a partir del siglo XI, se manifestaría netamente, entre otras variedades románicas, la que terminaría por conformar el idioma francés.
http://www.historialuniversal.com/2010/07/imperio-carolingio-de-carlomagno.html |
La península de Bretaña se extiende sobre el Atlántico norte, frente al Canal de la Mancha, con un marcado relieve de abruptos acantilados, originalmente poblada por los celtas, fue invadida después por los galos, posteriormente por los romanos y ocupada por pueblos britanos que emigraban de sus posesiones insulares en la Britannia románica, expulsados por los invasores germánicos.
El reino de Neustria, la nueva tierra del poniente, se extendía en el territorio comprendido por los ríos Loira, Sena y Mosa, siendo el resultado de la tradición germánica de repartir el dominio de grandes extensiones entre sus descendientes, causa por la cual se practicaron sucesivas divisiones, anexiones y redistribuciones que, a su vez, originaron innumerables conflictos dinásticos, intrigas, muertes violentas y guerras, entre las distintas facciones de la misma estirpe.
La “marca bretona” fue creada por los reyes merovingios y replanteada por los carolingios, para defender el resto de las regiones del noroeste de la Francia actual ante los avances de los levantiscos bretones; a su vez, la “marca normanda” se organizó para proteger el flanco norte de las invasiones de los temibles vikingos, por lo que los territorios fronterizos comprendidos fueron conocidos como La marche de Neustrie, hasta que fusionadas ambas, por nuevos desmembramientos territoriales que darían lugar – entre otros – a la instauración del ducado de Normandía, cuyo gobernante sería conocido como demarchus, es decir, “señor de dos marcas”.
Carlos I el Grande, más conocido como Carlomagno, rey de los francos, prosiguiendo la política expansionista de guerras, conquistas y diplomacia de sus antecesores, había consolidado hacia el año 800 el vasto Imperio Carolingio, que se extendía, desde la región pirenaica de España, hasta los ríos Elba y Danubio por el este (abarcando Francia, poco menos que en su totalidad, así como la mayor parte de las actuales Alemania, Austria, Luxemburgo, Bélgica, Croacia, Eslovaquia, Holanda, Hungría, República Checa, Suiza y, allende los Alpes, el norte de Italia).
Por haber alcanzado el mayor dominio territorial desde la caída del Imperio Romano (en el 476) se lo ha considerado el padre de la unidad europea. [4]
En la época feudal de la Edad Media, el concepto de frontera no tenía la precisión actual, relativa también en muchos casos; en aquellos tiempos se hablaba más bien de “marca”, zona imprecisa e inestable, vanguardia necesitada de fortalezas defensivas y ordenada protección armada.
En esos dilatados dominios, divididos en ducados, marcas y condados, gobernaban poderosos y temibles señores de la nobleza guerrera, con diferentes prerrogativas y atribuciones, militares, económicas y judiciales. En las regiones fronterizas el mando castrense de varios condados solía subordinarse a las órdenes de un marqués (markgraf en alemán, traducido como margrave) conservando cada condado la administración civil.
Antiguos topónimos revelan la dispersión de la raíz “mark” hacia las latitudes más distantes. Así como Ostmark fue meramente una marca oriental sobre la que después se configuró el “Reino del Este” (Österreich, en alemán moderno, que conocemos por el exónimo de Austria, en su errónea derivación latina) Danmark era un lejano confín o marca de los daneses (Reino de Dinamarca) y Finnmark es el nombre de la provincia más septentrional, extensa y menos poblada de Noruega.
Oslomarka es el nombre de las zonas boscosas, montuosas y lacustres situadas en los alrededores de Oslo, Noruega, pobladas por frondosas coníferas, hayas, robles, abedules y habitadas por renos, linces, castores, alces, ciervos. Están atravesadas por una extensa red de senderos señalizados para favorecer la recreación y el turismo.
El último elemento, mǫrk>mark, del nórdico antiguo, se refiere a tierra colindante, a una división comarcana, expresión notoria también en algunas de sus áreas, entre las que se destacan las de Vestmarka, Bærumsmarka, Nordmarka, Lillomarka, Østmarka y Sørmarka.
Marka es el nombre de pequeños caseríos o aldeas en las provincias o condados de Uppsala, Västra Götaland y Örebro en la parte continental del reino de Suecia; en tanto que Bölsmark, Märkälä, Dagsmark, Ostermark, Övermark, Markkina, Väster-mark, Yttermark, entre otras, están situadas en el territorio de Finlandia.Markland es el nombre de uno de los tres territorios que descubrió el vikingo noruego Leif Eriksson durante su travesía, desde la isla de Groenlandia hasta las desconocidas tierras americanas a principios del siglo X.
Actualmente se cree que llegaron hasta la isla de Terranova, basándose en el descubrimiento de un pequeño asentamiento que constituye hasta la fecha el único vestigio real que los nórdicos dejaron en territorio americano, supuestamente, Markland sería la zona sur de la península que actualmente conocemos como del Labrador, densamente poblada por bosques boreales de coníferas, aunque su exacta ubicación dependerá de futuras excavaciones arqueológicas.
Es de señalar que repetida e insistentemente se dice que la palabra “markland”, procedente del nórdico antiguo, designaría a una “tierra de bosques” o “tierra fronteriza”, no obstante, parece correcto el segundo concepto, porque “bosque” en nórdico antiguo es skógr (skog, en sueco y noruego; skov, en danés y finés; forêt, en normando) además, el bosque, precisamente, sería el límite de la superficie habitable.
En inglés landmark significa territorio, región, país, hito, marca, mojón, lugar destacado, sitio prominente o punto de referencia para señalar un límite.
Mark, es un pueblo y parroquia civil que se encuentra en el condado de Somerset (Inglaterra) y los lugareños creen que el nombre se relaciona con una antiquísima demarcación comarcal, cuya etimología se remonta al inglés antiguo (mærc, límite; palabra que frecuentemente se escribe con la ortografía alternativa de mearc).
Con el mismo nombre, existe otra pequeña población en la región de Dumfries and Galloway (Escocia).
El valle de Markha, en la región Ladhak, provincia de Jammu-Kashmīr, en el “pequeño Tibet” de la India, es frecuentado por montañistas que atraviesan por antiquísimas aldeas de pastores y milenarios monasterios budistas, en el marco de las imponentes prominencias del Himalaya.
Hay otras aldeas nombradas marka en la India, prácticamente no aparecen en los mapas y parecería imposible obtener la etimología de su nombre:
· Marka en el distrito Chatra, provincia
Jharkhand,
· Marka en el distrito Kabeerdham, provincia
de Chhattisgarh
· Marka en el distrito Durg, provincia de Chhattisgarh
· Marka en distrito Narsimhapur, provincia
Madhya
· Marka en el distrito Rajsamand, provincia de Rajasthan,
desértica región de los reinos.
· Marka en el distrito de Banda, provincia
Uttar, a orillasdel río Yamuna.
Hay muchos otros casos similares de topónimos con la raíz marka en Irak, Afganistán, Malí,
Malí, Rusia, etc., pero a pesar de su lacónica trascendencia, la existencia misma del topó-
nimo puede ser un indicio revelador de sus milenarias historias de límites comarcanos.
En Egipto, las gobernaciones se dividen en regiones, cada una de las cuales se denomina
markaz (en árabe: مركز) quedando comprendidas, dentro de estas jurisdicciones o distritos
una diseminada cantidad de pueblos o aldeas.
Si bien, en árabe, es un término que significa “centro”, también es cierto que en Medio Oriente se aplica a ciertas subdivisiones territoriales o distritos, como en Arabia Saudita.
En Irán cada provincia es gobernada desde un centro local, por lo general la ciudad más importante, que viene a ser su cabecera o capital que, en persa o fārsí, denominan markaz y, además, Markazí (مرکزی) es una de las populosas provincias de Irán que, a pesar de su nombre, no ocupa una posición central, sino que está situada al noroeste del país, siendo uno de los asentamientos más antiguos de la meseta iraní y un milenario yacimiento arqueológico.
Marcq-en-Barœul es una ciudad y comuna francesa,
situada en la región Nord-Pas-de-Calais. El
nombre de “marcq” – tanto de la localidad como del río que la atraviesa – se
relaciona con el milenario significado de zona fronteriza, apropiada para el
lugar, parcialmente despoblado en su origen e invadido posteriormente por
romanos, galos y germánicos, hasta transformarse
en coto de caza de la monarquía carolingia y después en una población de cierta
importancia.
La amurallada Villa de Marquina (en euskera Markina) era un poblado de la provincia de Vizcaya en el País Vasco (España) erigido para cumplir una función defensiva en una comarca perturbada por las incursiones de agresivos facciosos provenientes de la limítrofe provincia de Guipúzcoa.
El carácter diminutivo del topónimo, que podría interpretarse como “marca pequeña”, es probable que se relacione con la extensión del terreno, pues el poblado y sus contornos, circundados por altas montañas, se asentaban sobre una fértil y atractiva, pero pequeña, llanura.
Actualmente conforma un municipio vizcaíno, con el nombre oficial de Marquina-Jeméin (en euskera Markina-Xemein) como resultado de la fusión de ambas poblaciones.
“Le Marche sono una regione dell'Italia centrale con capoluogo Ancona”. La región de Las Marcas, en castellano, está situada en la península itálica, entre los Apeninos y el mar Adriático, habitada por los picenos, fue sucesivamente invadida por galos, griegos, romanos, godos, lombardos, hasta que conquistada por los francos de Carlomagno, a fines del siglo VIII, fue territorio fronterizo de su Imperio, creándose las marcas de Camerino, Fermo y Ancona, las que luego se unificaron y el territorio regional recibió el nombre Marca de Ancona.
Tras la anexión al Reino de Italia, “il nome di Marca di Ancona” cambió por la designación oficial de Marche, “al plurale”.
La Marca del Friuli fue otra marca itálica medieval del noreste, fronteriza con los pueblos magyares (húngaros) gobernada por los “marchesi del Friuli”, mientras que la “marca ávara”, entre otras, se extendía hacia oriente, desde el mar Adriático hasta más allá del río Danubio, para contener a los nómades ávaros, surgidos de las estepas del Asia central.
La amurallada Villa de Marquina (en euskera Markina) era un poblado de la provincia de Vizcaya en el País Vasco (España) erigido para cumplir una función defensiva en una comarca perturbada por las incursiones de agresivos facciosos provenientes de la limítrofe provincia de Guipúzcoa.
El carácter diminutivo del topónimo, que podría interpretarse como “marca pequeña”, es probable que se relacione con la extensión del terreno, pues el poblado y sus contornos, circundados por altas montañas, se asentaban sobre una fértil y atractiva, pero pequeña, llanura.
Actualmente conforma un municipio vizcaíno, con el nombre oficial de Marquina-Jeméin (en euskera Markina-Xemein) como resultado de la fusión de ambas poblaciones.
“Le Marche sono una regione dell'Italia centrale con capoluogo Ancona”. La región de Las Marcas, en castellano, está situada en la península itálica, entre los Apeninos y el mar Adriático, habitada por los picenos, fue sucesivamente invadida por galos, griegos, romanos, godos, lombardos, hasta que conquistada por los francos de Carlomagno, a fines del siglo VIII, fue territorio fronterizo de su Imperio, creándose las marcas de Camerino, Fermo y Ancona, las que luego se unificaron y el territorio regional recibió el nombre Marca de Ancona.
Tras la anexión al Reino de Italia, “il nome di Marca di Ancona” cambió por la designación oficial de Marche, “al plurale”.
La Marca del Friuli fue otra marca itálica medieval del noreste, fronteriza con los pueblos magyares (húngaros) gobernada por los “marchesi del Friuli”, mientras que la “marca ávara”, entre otras, se extendía hacia oriente, desde el mar Adriático hasta más allá del río Danubio, para contener a los nómades ávaros, surgidos de las estepas del Asia central.
Con
el objeto de impedir el avance musulmán hacia el interior europeo, tras la
ocupación por parte de estos de la mayor parte de la Península Ibérica, el
imperio de los francos, con el apoyo de los montañeses autóctonos, de distintos
grupos étnicos, recuperaron el territorio que se extendía al pie de los
Pirineos, desde la actual Navarra hasta poco más allá del río Llobregat, límite
del Islam andalusí hacia fines del siglo VIII, franja fronteriza que fue
denominada Marca Hispánica.
En
la España cristiana sucesivas e inconstantes marcas fueron removidas en los
avances y retrocesos experimentados frente al Islam andalusí, que era la
frontera por excelencia. Al mismo tiempo que la expansión territorial, hacia el
siglo XIII se iban definiendo y desarrollando los límites o “rayas” entre los
diversos reinos de la península, aún lejos del perfeccionamiento que se
alcanzaría con la representación cartográfica. Los tratados, pactos y
estipulaciones no estaban exentos de disputas y múltiples enfrentamientos bélicos, aún entre
los diferentes reinos cristianos, por motivaciones históricas,
hereditarias, fiscales, aduaneras, etc.[5]
Con
la ocupación sucesiva de las tierras conquistadas comenzaron a constituirse
nuevos feudos regidos por caudillos de gran poder territorial, cuya explotación,
como la de los campesinos tributarios, les proporcionaban las elevadas rentas
necesarias para sufragar los ingentes gastos que demandaba el mantenimiento de una
pequeña corte señorial, erigir palacios y fortalezas, patrocinar iglesias y
conventos, efectuar levas entre sus vasallos y alistar la hueste para la
guerra.
A
efectos de asegurar su lealtad y subordinación, se concedían distintas dignidades
nobiliarias, perpetuas y hereditarias, cuyo origen fue principalmente castrense,
incluso por las operaciones bélicas entre los diferentes reinos, la palabra marqués, como ya se dijo, “procede del
nombre germano de margrave, es decir,
jefe de frontera”, título que en el Libro de las Leyes de Alfonso X se define
como: “señor de alguna tierra que está en
comarca del reino”, por lo que “cuando se dice comarca, se está haciendo
referencia a una región fronteriza; esta acepción es similar a la utilizada en
el principado de Cataluña donde se llamó marqueses a los gobernadores de la Marca Hispánica”. [6]
En los reinos hispánicos la dignidad más extendida, a partir del siglo XIV, es la de marqués. El marquesado más antiguo en Castilla fue otorgado por el rey Enrique II en 1366, sobre la ciudad de Villena, para Alonso de Aragón y Foix y, en 1445, Juan II hizo merced del marquesado de Santillana a Íñigo López de Mendoza, caballero de rancio abolengo y de reconocida labor literaria, por su intervención en la política y en las milicias reales.
En los reinos hispánicos la dignidad más extendida, a partir del siglo XIV, es la de marqués. El marquesado más antiguo en Castilla fue otorgado por el rey Enrique II en 1366, sobre la ciudad de Villena, para Alonso de Aragón y Foix y, en 1445, Juan II hizo merced del marquesado de Santillana a Íñigo López de Mendoza, caballero de rancio abolengo y de reconocida labor literaria, por su intervención en la política y en las milicias reales.
Con el paso del tiempo,
los monarcas concedieron dicho título a distintas personalidades de la época
por méritos o servicios prestados al reino en áreas científicas, culturales,
políticas, económicas, diplomáticas, etc., funciones alejadas de las
motivaciones marciales que dieron origen a esta preeminencia. Actualmente sólo
tienen un mero carácter honorífico, pues no implican ningún tipo de privilegio.
Si
bien en aquellos tiempos el concepto de “comarca” hacía referencia a un sector geográfico
que podía contener varios caseríos, pueblos o heredades situadas en los
confines de un determinado territorio; en la actualidad se relaciona más con la
idea de un contorno natural delimitado por características análogas del
relieve, el clima, los suelos, producción, incluso factores históricos,
culturales, etc.
En
conclusión, con respecto a la raíz germánica mark, expresa el Dr. Joan Tort, del Departamento de Geografía
Física de la Universidad de Barcelona, “la documentación histórica nos pone de manifiesto que en los siglos XIII y
XIV era utilizada con el significado de “frontera” o “territorio fronterizo”
(es decir, colindante a la marca o frontera). No será hasta
tiempos mucho más modernos (siglo XVII, en Cataluña) que dicha palabra
comenzará a adquirir un significado parecido al actual”. [7]
En su trabajo sobre los nombres de lugar como interpretación del espacio
geográfico, dice el aludido profesor que desde los tiempos más remotos, las
comunidades nativas o radicadas hicieron explicito su vínculo de posesión manifestando
los límites de su pretendido derecho o jurisdicción. “En el lenguaje geográfico
son frecuentes las palabras, los giros o expresiones que hacen referencia a
este comportamiento”.
LA MARKA ANDINA
Cuando desaparece una
lengua, el único vestigio que queda
son los nombres de los lugares”. [8]
Tras la dispersión del ser humano por
todo el orbe, vaya uno a
saber por que intríngulis propio de la evolución de sus milenarios lenguajes,
la palabra marka también aparece en
el mundo andino desde tiempos prehistóricos, con un sentido llamativamente similar,
ya que hace referencia a un espacio geográfico, a un lugar habitado.
Es muy difícil establecer con claridad la
filiación lingüística de dicha palabra, dice Fossa, según los antiguos
vocabularios consultados de Domingo de Santo Tomás, Diego González Holguín y
Ludovico Bertonio, se registra el vocablo marka
como "pueblo" o “comarca” y aunque no es posible comprobar definitivamente
el origen del término “(debido a la situación en que se encuentran los estudios
lingüísticos de esa región y periodo) la posibilidad de que sea un préstamo del
aimara al quechua es muy alta. Ello explicaría su presencia en diccionarios
coloniales de ambas lenguas”. [9]
No
obstante que la expresión “lengua general”, históricamente se consideró como
sinónimo de quechua [10], la verdad, según Cerrón Palomino [11], es que hubo tres
lenguas generales en el dilatado paisaje andino: quechua, aimara y puquina, en
ese orden (adviértase que las tres palabras son graves o llanas).
Las
manifestaciones del aimara en espacios tradicionalmente considerados como
propios de quechua, presencia atestiguada por la documentación colonial, la
toponimia y la existencia de relictos de esa lengua, explica el autor citado, sólo
puede entenderse como la evidencia de una antigua y primigenia ocupación
preincaica de pobladores aimara en un extenso territorio, desde la sierra norte
peruana hasta el altiplano boliviano, regiones en la que después esa lengua
sería influida o desplazada siglos más tarde, tras las conquistas incaicas, por
la propagación del quechua, incluso hacia contornos ajenos al área original,
como Bolivia y el noroeste argentino, escenario geográfico y momento histórico
que darían lugar a que esta última sea considerada como “lengua general”. [12]
Si
bien no se descarta un milenario origen común, teoría que está muy lejos de
haberse comprobado fehacientemente, sí está suficientemente probada una permanente
interrelación, contactos y préstamos bidireccionales por más de dos mil años, convergencia
por la cual el término marka se
encuentra en el repertorio de voces de ambas lenguas andinas, aunque las
fuentes citadas aseguran una indudable etimología aimara.
El
ayllu es la unidad social compuesta
por grupos de familias unidas por vínculos de consanguinidad, descendientes de
un antepasado común, que detentaban la propiedad colectiva de un espacio
tierra (chakra) que labraban
comunitariamente. La agrupación de varios ayllu,
distantes a cinco o más kilómetros a la redonda, conformaba una marka, la mayor unidad social y política
de cada comunidad. Cada pueblo estaba constituido por un número variable de ayllu.
Cajamarca (del quechua Kasha y del
aimara marka) comarca poblada de cardones
espinosos; es actualmente la ciudad más importante de la sierra norte del Perú,
capital del departamento y de la provincia del mismo nombre, hace referencia a la abundancia de una cactácea con
espinas (kasha) vulgarmente llamado “cactus de San Pedro” (Echinopsis
pachanoi) especie nativa de los
Andes.
Cajamarca es tristemente conocida porque, en sus
cercanías, se presentó al inca Atahualpa
una comitiva de Francisco Pizarro, en el año 1532, mientras aquel disfrutaba en las termas de Pultumarka (phullpu: manantial, fuente de agua). En aquella ciudad fue capturado
y ejecutado no obstante haberse entregado un cuantioso rescate de oro y plata.
Con
el mismo nombre de Cajamarca, existe una pequeña población boliviana en el
departamento de Chuquisaca y otros topónimos similares en el territorio de Colombia,
como en el Valle del Cauca, Tolima, Antioquía, etc.[13]
Bambamarca (alteración del quechua pampa, llanura, planicie) es una pequeña
capital provincial de la región cajamarquina del Perú, circundada por el más
grande de los fértiles valles de la zona y rodeada de caseríos rurales, también
llamados “comunidades”,
productores de papas, maíz, cebada, ollucos, ocas, arvejas, lentejas, etc.[14]
Existe otra localidad peruana
del mismo nombre en la región La Libertad.
Calamarca (Qalamarka) “quiere decir pueblo fundado
en pedregal”, porque qala significa
piedra en aimara, es una población peruana, capital de ese distrito, en la
provincia de Julcán y también un municipio de la provincia de Aroma, en el
departamento La Paz (Bolivia). [15]
Machacamarca
(en aimara, Machaqamarka) “nuevo
pueblo” o “pueblo nuevo”; pequeña localidad del actual departamento de Oruro
(Bolivia). Por la resistencia de los antiguos pobladores, durante la conquista
incaica, se habría ordenado un reordenamiento y traslado poblacional que sería
el origen de este asentamiento. [16]
Hay
otros parajes con ese mismo nombre en los departamentos bolivianos de Cochabamba, La Paz y Potosí, como así también
en el de Puno, en Perú.
Cundinamarca es un departamento central de
Colombia, este topónimo deriva del quechua kuntur,
cóndor (Vultur gryphus) por lo que debe
interpretarse como “comarca de los cóndores”. En el Perú, irónicamente, se ha
llegado a castellanizar, llamándose Cordormarca un distrito del departamento Libertad y media
docena de pequeños poblados en los departamentos de Ayacucho, Cajamarca,
Cusco, Huancavelica y Huánuco.
El pueblo de Ancomarca (de janq’umarka, pueblo blanco) se localiza en el distrito de Palca, departamento de Tacna (Perú) es una comunidad aimara asentada a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, junto a la frontera tripartita con Bolivia y Chile, a tal punto colindante que parte de sus fincas rurales se encuentran en territorio chileno.
Otro
topónimo similar se refiere a un poblado de la Región La Paz (Bolivia).
Uchumarca es una población peruana de la provincia de Bolívar, ubicada en el departamento La Libertad, su nombre es
un topónimo híbrido del quechua huch’uy (pequeño)
y del aimara marka (pueblo). Es decir
pueblo chico.
En el departamento peruano de Ancash tenemos a la milenaria localidad
de Marka, comarca formada por cuatro comunidades que, en algún momento
histórico, fueron reducidas y concentradas en este valle:
- Jakamarca,
del quechua huanuqueño “jaka”, (qowi, en quechua cusqueño) vulgarmente cuy,
cobayo (Cavia porcellus) roedor
nativo de las regiones andinas de América del Sur, muy apreciado en la
gastronomía tradicional peruana; se traduciría como pueblo con abundante
cantidad de cuyes.
-
Chaupismarca, del quechua chawpi, en
medio, al centro; entiéndase “pueblo del medio”. Perduran ruinas y restos
arqueológicos.
- Pirkaymarka,
del quechua pirka, por lo que sería pueblo rodeado por
rústicos tapiales de piedras.
- Paraqmarca (¿?) Los restos
arqueológicos y las derruidas murallas de un pukara (fortaleza) demuestran que ha sido un importante centro
poblado.[17] [18]
Hay
infinidad de otros topónimos similares, incluso hidrónimos y orónimos, que se
repiten en la geografía andina, pero que resultan sobreabundantes para el fin
propuesto de señalar la sugestiva distribución geográfica desde tiempos
prehistóricos de la raíz mark y sus
derivados, prácticamente, en lugares del globo terrestre diametralmente
opuestos.
El
valle de Catamarca, en Argentina, es una extensa depresión tectónica delimitada
por las sierras de Ambato y Ancasti, fosa atravesada por el río del Valle y poblada
desde tiempos inmemoriales por parcialidades sedentarias de grupos humanos a
los que después se conocería con los nombres de diaguito-calchaquíes.
SAN FERNANDO DEL VALLE DE CATAMARCA http://miargentinablogspotcom.blogspot.com.ar/2010/11/san-fernando-del-valle-de-catamarca.html |
La
proyección de las culturas andinas del norte sobre esta región es evidente, en
las laderas propicias se realizaba una distribución comunitaria de tierras, las
áreas de montaña se destinaban a la ganadería (cría de llamas) y las de
piedemonte al sembrado de maíz, porotos, zapallos, papas, quínoa, ají, entre
otros, actividades que se complementaban con la caza y recolección de frutos,
generalmente algarrobas.
Esos
factores, junto con las obras de regadío, demuestran una clara influencia de la
cultura andina, aimara y quechua.[19]
El
nombre local, “pueblo de la ladera”, deriva del aimara qhata, ladera, cuesta, pendiente y marka, pueblo.
En
la provincia de Caylloma, región de Arequipa (Perú) hay otra pequeña población
del mismo nombre.
En el noroeste argentino, en la
provincia de Jujuy la principal quebrada de la cordillera oriental (Humahuaca)
se extiende longitudinalmente sobre el valle asimétrico del río Grande con
dirección norte-sur.
Características
del área son las quebradas, ríos y valles transversales, entre los cuales se
destaca la quebrada de Purmamarca y
el río homónimo que siguen la dirección este-oeste, sumando al pintoresco
paisaje sus distintas capas geológicas con afloramientos de arcillas, calizas o
areniscas de vivos colores, un valioso acervo arqueológico y pinturas rupestres
en distintas cuevas utilizadas por los pastores desde tiempos remotos.
El
nombre prehispánico de su principal asentamiento humano está parcialmente
alterado pero consagrado por el uso, generalmente se le supone un origen aimara
procedente del vocablo puruma,
terreno sin cultivar [20] o del quechua purun/puruna, con igual sentido de campo
yermo, erial, es decir “pueblo en
tierra no trabajada”.[21]
No
obstante no faltan quienes opinen que deriva del quechua puma (Puma concolor) el “león
americano” de los conquistadores españoles, mamífero carnívoro nativo y
difundido históricamente, en varias subespecies, por todo el continente y que
merecieran alta consideración en la mitología de muchos pueblos originarios.
Debe
destacarse que con el nombre de Pumamarka,
“pueblo o comarca del Puma” existen varios lugares, aldeas, caseríos o sitios arqueológicos
en los departamentos de Cusco, Huancavelica, Pasco, Apurímac y Amazonas en el
Perú.[22]
Después de un somero análisis de los
topónimos encontrados, es sin duda el territorio peruano el que contiene la
mayor cantidad de nombres de lugares con el apelativo “marca” en todo el mundo,
incluso muchos más que en Bolivia (los que se concentran mayoritariamente en
los departamentos de La Paz, Oruro. Potosí y Cochabamba).
En el Perú se multiplican
principalmente a lo largo del sistema cordillerano, desde el departamento de
Cajamarca, al norte, hasta el de Puno, en el sur del país.
Su presencia en todos los departamentos
de la región fisiográfica central (Huánuco, Pasco, Junín, Ayacucho, Huancavelica,
Apurimac, Cusco, Arequipa) y aún en un sector de la costa, departamentos de La
Libertad, Ancash y Lima.
Esa
dispersión toponímica y semántica del término parecería concordar con los
postulados de Cerrón Palomino, en el sentido que sintetizaría la historia de
la lengua aimara, desde su procedencia centro–andina y su desarrollo en
dirección sureste, hasta su discontinuidad frente a la expansión incaica del
quechua y posterior sumersión por la invasión castellana, pero siempre
emergente, a flor de piel, en el altiplano boliviano; razonamiento que contradice las teorías
tradicionalmente dominantes que ubican a esta última región como la zona de su origen
y expansión. [23]
Lingüísticamente,
dice el autor citado, se logró bosquejar la historia y evolución del quechua y
del aimara, postulándose su formación en la sierra central peruana, para ambas
lenguas, con expansiones tardías y sucesivas en dirección sureste dado que el
registro etnohistórico y lingüístico, revela la presencia del aimara en la
costa y en la sierra centro-sureña peruana, no como el resultado de avanzadas
de procedencia altiplánica sino, por el contrario, como un testimonio de su
progresión desde esas regiones del Perú con dirección sureste, llegando hasta
el norte de Chile y noroeste de Argentina. [24]
La penetración foránea
interrumpió esa continuidad territorial “dejando como único testimonio de su
presencia la toponimia rastreable hasta la actualidad”. [25]
Si bien el término aimara marka, como ya se dijo, es compartido
por los repertorios de voces de ambas lenguas andinas, parece lógico señalar
que el equivalente de ese término en la lengua quechua, es “llaqta”,
expresión que hace referencia a una dimensión territorial indeterminada, que tanto
puede ser un caserío, como un pueblo o un contorno espacial más amplio.
En Perú existen numerosos
topónimos con este nombre, adulterados a veces en su transcripción, como Mosocllacta
(en quechua, musuq llaqta, nuevo pueblo) es la capital del distrito del
mismo nombre, en el departamento de Cusco; Pampallacta es una comunidad
campesina del distrito de Pisac; Llaqta Machay, es un poblado del departamento
de Huancavelica, así como Musuq Llaqta forma parte del departamento de Junín,
entre otros.
En Bolivia, por ejemplo, encontramos la comunidad rural de Llajta
Chimpa en Potosí, las estancias Huasa Llajta y Pata Llajta en Chuquisaca, así
como el poblado de Amullajta en el departamento La Paz.
En la provincia de Mendoza (Argentina) tenemos, como un ejemplo de la
penetración quechua, la ciudad de Uspallata (uspha: ceniza y llaqta:
ciudad, pueblo, comunidad, villorrio, comarca) [26] es decir, “pueblo o comarca de las cenizas”, denominación atribuida a las avanzadas incaicas que ocuparon y
poblaron este valle, hace algo más de 500 años, con el fin de extraer oro y
plata, dejando repetidos vestigios arqueológicos que testimonian su presencia
en el área.
El origen del topónimo se explicaría por algún episodio
eruptivo producido en la zona, con lluvia y posterior depósito de cenizas
volcánicas, fenómeno que, sin ser frecuente, tampoco es extraño en esa región
andina, delimitada por cientos de cráteres, activos e inactivos, que se yerguen
en la periferia de la provincia.
Por último, es de destacar que la mayor parte de los
topónimos citados (mark/marka/marca) como aquellos que
deliberadamente se han omitido, corresponden a pequeños caseríos, villorrios,
aldeas o poblados rurales, lugares o parajes escasamente habitados y que, no
obstante la importancia que pudieron haber tenido en tiempos remotos (las
reliquias arqueológicas suelen dar cuenta de ello) fueron prácticamente
ignorados por el centralismo de las grandes potencias históricas que posteriormente
ocuparon esos territorios, como infiere Klauer, conquistas e invasiones que
causaron gravísimas alteraciones en el desarrollo de los mismos, mientras que
los remotos y generalmente aislados espacios pasaron usualmente inadvertidos, porque
no existieron motivaciones para la explotación económica del lugar u otras
razones de índole política o religiosa que justificaran la substitución de sus
nombres, los que se mantienen impolutos desde la más remota antigüedad, aunque
la mayoría de ellos, hayan extraviado la noción de su significado.[27]
[1] - Césare Cantú: Compendio
de la Historia Universal / versión castellana por J. B. Enseñat – Biblioteca
Virtual Cer-
vantes - http://www.cervantesvirtual.com/
[2] - Real Academia
Española: Diccionario de la Lengua Española (DRAE) 22.ª Edición (2001)
[3] - Según algunas fuentes, que no he podido consultar
directamente, como el Diccionario Etimológico de Joan Coro-
mines, la raíz indoeuropea merg/merk expresaría la idea de linde o
frontera.
[5] - Miguel Ángel Ladero Quesada: Sobre la evolución de
las fronteras medievales hispánicas (Siglos XI a XIV)
Publicado en Identidad y representación de la
frontera en la España medieval (siglos XI-XIV) – Casa Velázquez y
Univ.
Autónoma de Madrid - 2001
[6] - Juan Miguel Soler Salcedo: Nobleza Española.
Grandeza Inmemorial 1520 – Ed. Visión Libros – Madrid – 2008
[7] - Joan
Tort: Toponimia y marginalidad geográfica. Los nombres de lugar como reflejo de
una interpretación del es-
pacio. Scripta Nova. Revista electrónica de
geografía y ciencias sociales. Universidad de Barcelona – 2003 –
[8] - Rodolfo
Cerrón Palomino: Libros Peruanos – Artícs. y entrevistas – Lima (2008) - http://www.librosperuanos.com
[9] - Prof.
Lydia Fossa: Dos khipu, una narrativa: respondiendo a las
interrogantes de Urton - Universidad de Arizona
[10] - Se sigue el principio de escribir los nombres de las
lenguas (glotónimos) según la normativa castellana, aunque
los que se expresan en las respectivas
lenguas escriben aymara, kichwa, qheswa,
kechwa, etc.
[11] - Rodolfo Cerrón Palomino: Tras las huellas del aimara
cuzqueño – Revista Andina Nº 1 – Julio 1999 –
[12] - Rodolfo Cerrón-Palomino: Examen de la teoría
aimarista de Uhle –
[13] - María L. Rodríguez – Onomástica quechua – Revista
Interacción Nº 44 – Mayo 2006 – Bogotá – Colombia
[14] - Aspectos geográficos, sociales, históricos y
culturales de Bambamarca - http://www.cutervoahora.com/
[15] - Rodolfo
Cerrón-Palomino: Las etimologías toponímicas del Inca Garsilaso – Revista
Andina nº 38 – Cuzco –
Perú - 2004
[16] - Roberto Choque Canqui: Cinco Siglos de Historia –
Plural Ed. – La Paz – 2003 – http://books.google.com.ar/
[17] - R. Vírhuez Villafañe: Topónimos quechua en Marca – 2001 - http://www.rvirhuez.tripod.com/en_toponimia.htm
[18] - Dicc. Quechua-Español – Acad. Mayor de la Lengua
Quechua - Gobierno Regional Cusco - 2005
[19] - Marcos S. Karlin y
otros: El Chaco árido – Univ. Nac. de Córdoba – 2013 - http://books.google.com.ar/
[20] - Katari Diccionario Quechua - Aymara - http://www.katari.org (Entre otras muchas fuentes)
[21] - Dicc. Quechua-Español – Acad. Mayor de la Lengua
Quechua - Gobierno Regional Cusco – 2005 (Entre otras)
[22] - Pueblos del Perú – Atlas colaborativo del Perú - http://www.pueblosdelperu.org/
[23] - Mapa Departamentos del Perú:
[24]- Rodolfo Cerrón Palomino: El origen centroandino del
aimara – Boletín de Arqueología PUCP Nº 4 – 2000 –
[25] - Rodolfo Cerrón Palomino: Examen de la teoría
aimarista de Uhle – Univ. Católica del Perú – Lima (1998)
[26] - Dicc. Quechua-Español – Acad. Mayor de la Lengua
Quechua - Gobierno Regional Cusco - 2005
[27] - Alfonso Klauer: ¡Gua!, el insospechado origen del lenguaje - www.nuevahistoria.org - 2007 – Lima - Perú
Habiendo terminado de escribir los párrafos precedentes, encuentro en la Web este peculiar libro que se refiere a la presencia vikinga en América, unos quinientos años antes que Cristóbal Colón y a su verosímil influencia en todos los aspectos de la cultura indiana.
En cuanto al idioma vikingo de los siglos IX a XI, el "antiguo norrés", que pertenecía a la rama de las lenguas germánicas, es el ante-pasado común de los actuales idiomas escan-dinavos: danés, sueco, noruego e islandés y del cual derivaría el vocablo quechua-aimara marka, según este autor.
Ed. Casa de Tharsis - Cochabamba - Bolivia - 2013
http://www.pdfarchive.info/pdf/D/De/De_Mahieu_Jacques__El_imperio_vikingo_de_Tiahuanacu.pdf
Jacques Marie de Mahieu
(París, Francia, 31 de octubre de 1915 - Buenos Aires, Argentina; 4 de octubre de 1990)
Fue un sociólogo, filósofo y antropólogo que emigró a la Argentina, por razones políticas, al término de la Segunda Guerra Mundial y la consecuente caída del régimen nacional-socialista.
Autor de una veintena de títulos relacionados con la historia, la geografía, la economía y la política argentina, americana y mundial.